lunes, 14 de noviembre de 2011

La vida. Una película para todos los públicos.

Cuando pasa el tiempo, te paras a pensar en todo el camino que has recorrido para llegar hasta este punto. Cuanta gente te ha acompañado en tu largo viaje, tanto familia como amigos, toda esa gente que a formado la película que lleva tu nombre: esa es tu verdadera vida.
Esa película en la que todos habéis comido palomitas, habéis reído, habéis llorado, habéis saltado... habéis estado siempre juntos.
Es una película dirigida a todos los públicos, que no tiene ningún límite de edad, que evoluciona con el tiempo y permite la entrada de nuevos actores, y como en toda película, siempre hay papeles que terminan desapareciendo. Hay gente a la que queremos que se va de nuestras vidas, ya sea por una pelea o de forma natural, pero es la triste realidad. Una realidad por la que pasamos todos en algún momento, pero que es ley de vida, es lo que nos toca a cada uno de nosotros en un cierto momento por una determinada causa. Pero aun así, debemos permanecer juntos todos dentro de la misma película y luchar contra todos los problemas y adversidades que se nos planteen a lo largo de las escenas y actos de nuestras vidas. También podemos enamorarnos, perder la cabeza por alguien, necesitar sus abrazos y sus besos en todo momento. Esta situación puede crear una nueva película dentro de la central. Un matrimonio, el casarse o el divorciarse, el conocer a una nueva amiga o amigo que sabes que nunca se separá de ti, son nuevas historias que van surgiendo de forma paralela a la primera película, pero que se acaban uniendo convirtiendose en una.
Sabiendo todo esto, nunca debemos rendirnos, sino luchar por conseguir un película que pueda ser premiada, no por globos de oro ni por goyas a los mejores actores de reparto o a la mejor música de ambiente, si no ser premiada de tal forma de que cuando ya no estemos, nos sigan recordando por todo lo que hicimos juntos.

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